Si atendemos al concepto de Buen Gobierno, podríamos definirlo como el conjunto de normas, principios y procedimientos que regulan la estructura y el funcionamiento de los órganos de gobierno de una empresa. El Buen Gobierno Corporativo establece las relaciones entre la junta directiva, el consejo de administración, los accionistas y el resto de partes interesadas y, estipula las reglas por las que se rige el proceso de toma de decisiones sobre la compañía para la generación de valor, posibilitando que la generación de valor sea extensiva a todos los grupos de interés.
Según el profesor Argandoña, el Buen Gobierno empieza en los accionistas e inversores y culmina en el consejo de administración, penetra en la función de la alta dirección y, desde ahí, fluye hacia abajo, hacia todos en la empresa. Buen Gobierno es gobernar para la empresa, para sus grupos de interés (clientes, proveedores, empleados, comunidad local, sociedad), con visión a largo plazo y pensando en la continuidad de la empresa.
Esta idea del profesor Argandoña es la que queremos enfatizar: el “buen” Gobierno de la empresa exige gobernar “para” la empresa y para todos sus stakeholders y esto supone integrar procedimientos de gestión que garanticen el diálogo efectivo con todas las partes interesadas y la integración de sus expectativas y requerimientos en la estrategia de la compañía. El Buen Gobierno ha de tener, por tanto, un papel estratégico y un doble enfoque. El primer enfoque, de regulación de las relaciones internas de los principales órganos de gobierno de la empresa y, el segundo de ellos, de regulación de la relación externa, con el ecosistema y con los grupos de interés. Puede resultar obvio, pero, sin embargo, esta es, aún, la asignatura pendiente de muchas empresas que no han definido el modelo de relación con sus stakeholders y no han establecido objetivos ni indicadores que midan la gestión de este aspecto estratégico.
Podríamos decir, de manera muy esquemática, que las claves para definir una política de Buen Gobierno Corporativo serían las siguientes:
Es muy importante tener en cuenta que un enfoque idóneo y estratégico del Buen Gobierno en la empresa tiene que ver con el conocimiento y con la visión de los directivos y profesionales que son responsables de este área. En este sentido, insistimos en la necesidad de la formación y del liderazgo. El Buen Gobierno se basa en principios de legalidad, ética y transparencia y, por tanto, la formación en ética y en Responsabilidad Social de los profesionales debería ser la primera medida que se tuviera en cuenta en la gestión estratégica del Buen Gobierno y de los riesgos de una empresa. La errónea toma de decisiones en la empresa se debe, en gran medida, a la falta de formación ética de los líderes y de los profesionales en general.
La formación en criterios éticos en las empresas, y de los futuros profesionales en las Universidades y Escuelas de Negocio, debería formar parte de todos los planes de estudio. Tal y como afirma Yunus, “En las aulas se forman las mentalidades”. Y estas mentalidades son o serán responsables de la toma de decisiones en las empresas, que, sin duda, tendrán un gran impacto en la sociedad.
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