8 de octubre de 2024
Es interesante la afirmación de que nuestra existencia como seres humanos es una concatenación de acontecimientos que van conformando nuestra realidad, personal y profesional. Las marcas necesitan definirse por sus acciones e interrelaciones con las personas, con sus clientes, así construyen su identidad y adquieren posicionamiento en el mercado.
Tras lo vivido en el 2020 / 2021 a causa de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, las empresas han tomado consciencia de la importancia que tienen las relaciones interpersonales a nivel presencial, frente al predominio del contacto virtual. En estos tiempos, en los que la digitalización a gran escala y las tecnologías habilitadoras digitales, especialmente, la IA, han adquirido gran relevancia, el trato personal es esencial. Debemos trabajar la esencia y la relación con nuestros clientes, empleados o seguidores, para que no se olviden de la importancia de los valores humanos.
Llevamos años observando cómo grandes logos se apoyan en los eventos como parte de su estrategia de Marketing y comunicación, sin embargo, en los últimos tiempos observamos cómo se ha dado un paso más relevante. Es una realidad, que las empresas también se apoyan en experiencias relevantes para construir su imagen y adquirir compromisos a través de la promesa de marca. Las marcas, como las personas y compañías que las sustentan son lo que hacen, no lo que dicen.
Las marcas adquieren un significado especial en nuestras vidas y esto adquiere un gran relieve cuando la experiencia se vive a través de un evento, ya sea corporativo o de carácter comercial. Vivir esa experiencia eventual participando e interactuando reviste de credibilidad a la marca anfitriona potenciando su reputación y posicionamiento en la mente de sus públicos. Cuando definimos un evento, nuestro trabajo es tener como objetivo dotar de sentido la vivencia de una marca y no sólo para sus trabajadores o consumidores actuales, también para los potenciales.
Más que como profesional del sector, como apasionado del mundo de los eventos y firme creyente de la comunicación presencial, estoy convencido de que los eventos deben estar integrados en las estrategias de las compañías. Transmitir los valores de la marca y su propósito con absoluta nitidez y transparencia, en un ámbito participativo, comunica con una potencia que pocos medios pueden ofrecer. El contacto y la experiencia conjunta dejan huella y es esencial que sea positiva. Pero esto no es sencillo y para conseguirlo, es importante seguir innovando y reinventándonos tanto en nuestro modelo de servicio como en la captación de talento para el sector, sabiendo que debemos llegar a distintos públicos (jóvenes), con nuevas reglas (datos), con distintos formatos (vivencias), con herramientas (tecnología), cuidando el impacto (sostenibilidad), etc. Un reto siempre motivador que enriquece día a día nuestra industria.
Esta forma nueva de trabajar en los eventos tiene que estar presente en todas y cada una de las fases del proyecto desde el principio. Para lograrlo se debe crear un briefing completo por ambas partes, enfocado a una definición del formato que se pretende, hasta su ejecución y posterior estudio de impacto y medición de experiencia.
Como decía la escritora Maya Angelou:
“La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir “.
La vivencia es la clave para permanecer en la memoria.
Profesor de eventos corporativos en el Programa Ejecutivo en Comunicación corporativa y Branding
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