Ahora que el curso comienza, parece buen momento para detenerse, analizar y reflexionar acerca de cómo encarar el futuro próximo desde una doble óptica: por un lado, el desarrollo de las competencias profesionales necesarias y, por otro lado, el rediseño de una nueva formulación del liderazgo, variables ambas que permitan a los profesionales capacitarse convenientemente para un adecuado desempeño cotidiano.
No es preciso incidir en tópicos manidos como que “vivimos ante la mayor revolución de la historia”, que “afrontamos un escenario en el que la complejidad es la constante protagonista”, que “nos movemos a diario en un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo, ambiguo)”, o que “convivimos con un desafío permanente, con cambios acelerados, con disrupción tecnológica y con un proceso imparable de digitalización”. Somos conscientes de este retador contexto socioeconómico-empresarial en el que las organizaciones se ven inmersas, así como del incuestionable dato de que más de mil millones de empleos para profesionales -cifra del World Economic Forum- van a ser transformados por la tecnología en los próximos años, acompasados a los nuevos roles adscritos a la IA, los datos o la supercomputación.
Por todo lo anterior -y mucho más- estamos obligados a promover las claves de un novedoso modelo de gestión empresarial (management), de un liderazgo en clave humana y de unas habilidades personales, interpersonales y profesionales, que enfrenten con firmeza la nueva era que ya llega, en un marco desde el cual adquirir, retener o consolidar el talento individual y colectivo con el que superar retos y alcanzar objetivos.
Si entre todos somos capaces de reorientar el foco que guía a las organizaciones, centrándolo en maximizar las habilidades técnicas, emocionales, aptitudinales y actitudinales de los equipos de trabajo, incrementaremos las opciones de navegar en la dirección correcta, tal y como ya han hecho algunas de las principales compañías líderes mundiales (universo GAFA, por ejemplo).
Esfuerzo por cambiar nuestros paradigmas mentales, búsqueda proactiva del punto de equilibrio entre fuerza/razón y aprendizaje permanente a través de la formación continua pueden ser sólidos ejes sobre los que construir un futuro laboral que cada vez es más presente.
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